Enviados por Dios, el Padre, nosotros “los Misioneros de África” queremos revelar su Amor, profundamente enraizado en Cristo, en pequeñas comunidades internacionales e intercontinentales, al corazón de las Iglesias locales como hermanos o sacerdotes en diálogo con otras culturas, y especialmente con los africanos, otras religiones y particularmente el Islam. Para la promoción de toda la humanidad, nos comprometemos por y con los pobres, como iniciadores y agentes de unidad y reconciliación.

Nuestro Compromiso con la Justicia y la Paz

Los Misioneros de África están comprometidos con la Justicia y la paz porque creemos que somos creados a la “imagen de un Dios Justo y lleno de Paz”, por lo que la justicia y la paz forman parte de nuestra identidad y vocación humanas. Queremos seguir los pasos de Jesús proclamando y trabajando por el Reino de Dios fundado en la reconciliación, la justicia y la paz. Ponemos en práctica la Enseñanza Social de la Iglesia, con el objetivo de establecer una sociedad justa y pacífica. Es un legado y una responsabilidad heredada de nuestro fundador, el Cardenal Lavigerie, bien estipulado en nuestras “Constituciones y Leyes”, y reiteradamente confirmado por nuestros Capítulos Generales. Las personas a las que somos enviados, especialmente a los africanos, tienen hambre y sed de “justicia y paz”. Esto está naturalmente ligado a nuestro compromiso de promover el encuentro y el diálogo entre personas de diferentes culturas y religiones.

Compartir los sufrimientos de los demás y hacer sus aspiraciones nuestras, pide de nosotros un cuidado particular para los pobres, un compromiso con la justicia y la paz, una preocupación para que la vida de las personas sea más completa y más rica, más verdaderamente humana. De esta manera la dignidad de cada uno de nosotros, como hijos de Dios, será más verdaderamente reconocida

(Constituciones y Leyes, Capítulo I, Artículo 7)

Encuentro y Diálogo

Todas las personas son creadas por el único Dios, y por lo tanto forman una familia, la familia humana, independientemente de color, raza, cultura o religión. El Espíritu Santo está en diálogo con todas y cada una de las personas y en sus respectivas culturas y religiones, por lo que nuestro encuentro y diálogo con los demás es un encuentro y un diálogo con el Espíritu Santo que obra en ellos. No puede haber paz sin encuentros pacíficos y diálogo entre personas de diferentes culturas y religiones.

Como misioneros seguimos las huellas de nuestro Señor Jesucristo, cuya vida e instrucciones siguen siendo para nosotros el “camino” y el “modelo” de nuestros encuentros y diálogos. Ponemos en práctica la enseñanza de la Iglesia que tiene el diálogo (interreligioso – intercultural) como parte integral de su misión evangelizadora. Es un legado y una responsabilidad heredada de nuestro fundador, el Cardenal Lavigerie, bien estipulado en nuestras “Constituciones y Leyes”; especialmente el encuentro y el diálogo con los musulmanes; encuentro y diálogo reiteradamente confirmado por nuestros Capítulos Generales.

La proclamación del Evangelio y el servicio a los demás exigen que sintamos solidaridad con el pueblo en el que vivimos. Esto puede abrir el camino al diálogo con otras religiones y otras culturas en una atmósfera de respeto mutuo.

(Constituciones y Leyes, capítulo I, artículo 5)